Autores: Diego López Alcón, OD, Francisco Lara Ph.D., OD, Rosa Salmerón Campillo OD, Vicente Fernández-Sánchez, OD, Norberto López-Gil Ph.D.
Revisado por: José Manuel González-Meíjome, Gonzalo Carracedo y Laura Batres.
Los coronavirus - Coronaviridae - (CoV) son una familia de virus de una sola cadena de ARN en su genoma con una serie de proyecciones en su cubierta que recuerdan a una corona, de ahí su nombre, que causan infección en los seres humanos, como por ejemplo el resfriado común, y en una variedad de animales, incluyendo aves y mamíferos como camellos, gatos y murciélagos. El coronavirus causante de este nuevo brote que cursa con un síndrome respiratorio agudo severo (Severe Acute Respiratory Syndrome en inglés, o SARS) ha sido denominado SARS-CoV-2 o COVID-19.1
Está demostrado que los CoV pueden causar infecciones oculares en diferentes animales: desde patologías del segmento anterior como conjuntivitis y uveítis anterior hasta afecciones de la retina o el nervio óptico como la retinitis o la neuritis óptica. No está demostrado científicamente que en humanos los CoVs produzcan estas afecciones oculares,2 pero, atendiendo al informe de la OMS en China, en el que se describen los síntomas y signos más frecuentes en los casos confirmados por laboratorio: fiebre (87,9%), tos seca (67,7%), astenia (fatiga general) (38,1%)…, entre ellos aparece la congestión conjuntival (0,8%).7
Según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de EE. UU. y Europa2,3, se cree que el virus se propaga principalmente de persona a persona a través de la transmisión de gotas respiratorias con partículas del virus presentes en las vías respiratorias al estornudar, toser o exhalar. Esta es una transmisión aérea en caso de contacto cercano entre personas (aproximadamente 1,8 m). Por eso se establece el distanciamiento social como una medida preventiva.
Además, también existen otras dos formas de transmisión: de contacto directo y de contacto indirecto. En esta última, una persona infectada toca una superficie que luego es tocada a su vez por otra que también se contagia. Esto se debe al hecho de que el SARS-CoV-2 puede sobrevivir durante varias horas en entornos inanimados (por ejemplo, superficies de objetos, cobre, cartón, plástico…).4,5 Al mismo tiempo, dada la envoltura exterior del virus, formada por una bicapa lipídica (grasas) junto a proteínas estructurales, los limpiadores comunes pueden atacarlo e inactivarlo. Por ello puede ser inactivado en un minuto mediante desinfección de la superficie con etanol al 62-71%, peróxido de hidrógeno (agua oxigenada) al 0.5% o hipoclórito de sodio (lejía cuando se disuelve en agua) al 0.1%.6