La miopía y el impacto de la radiación UV son los dos problemas visuales que cada vez causan más preocupación por las consecuencias que conllevan, de hecho, se consideran, en la actualidad, los grandes enemigos de la visión infantil. Los expertos explican que la miopía es un error de enfoque y que quien lo padece, ve las imágenes lejanas borrosas. Su principal causa es un alargamiento del globo ocular o una potencia excesiva de la córnea.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que hay una previsión de que el 50% de la población del mundo sufra miopía en los próximos años. Solo en España, el 47% de la población juvenil padece de esta enfermedad, convirtiéndose en un grave problema de salud pública. Por este motivo, la Asociación de Miopía Magna (AMIRES), está estudiando cuantitativa y cualitativamente la miopía infantil en un intento por controlar esta disfunción visual en España.
Por su parte, el impacto de los rayos UV causa un daño acumulativo en el tejido ocular, lo que produce un deterioro estructural en las proteínas que componen partes importantes del ojo como la córnea, conjuntiva, cristalino y retina. Estos rayos pueden causar enfermedades como queratitis, pterigión, catarata, enfermedad macular y cáncer.
Los rayos UV están presentes en la vida diaria en el exterior, sea cual sea el clima, ya que son parte del espectro de la luz del sol. Pero son los niños con quienes más cuidado hay que tener. Ellos pasan mucho tiempo al aire libre y están más expuestos, además, sus ojos son 7,5 veces más vulnerables a los efectos de los rayos UV porque el cristalino aún no está maduro.
La OMS establece que debe haber un umbral de protección de 400 nm contra estos rayos. Por ello, es recomendable que los padres cuiden los ojos de sus hijos con gafas de sol que cuenten con suficiente protección contra los rayos UV.
“Las madres y padres protegen la piel de sus hijos ante la radiación UV, pero no los ojos, cuando en realidad la incidencia en los ojos será mucho más importante para su salud a lo largo de la vida”, puntualizó Miguel Burnier, doctor en Oftalmología, Cirugía y Oncología en la Universidad McGill (Canadá).
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